Los hot groups son apasionados, les obsesiona su tarea. Son
la médula de lo que necesita una organización para lanzarse productivamente a
una economía cambiante y confusa.
Esto, precisamente, es lo que hace que Hot groups. Grupos
que energizan la efectividad organizacional, el libro de Jean Lipman-Blumen y
Hal Leavitt, sea tan oportuno... tan importante... y también dinámico.
Lipman-Blumen y Leavitt no presentan un tratamiento
estándar de cómo hacer las cosas (ya existe demasiada incertidumbre como para
hacerlo), no obstante, ofrecen un brillante mapa de carreteras, detallado y
completo; nos dicen qué es un hot group y qué no es (por ejemplo, no es un
equipo ni una agrupación de fuerzas para una tarea especial). También explican
cómo funcionan exactamente: aman su tarea, no siempre se aman el uno al otro;
no es cuestión de sensiblería. Describen los retos que enfrentan los líderes de
estos grupos (los cuales suelen tener muchos enemigos); pero, lo más
importante, brindan consejos para preparar un suelo fértil en el que crecerá
una cantidad sin precedentes de hot groups (para empezar, es preciso tener gran
capacidad para tolerar la ambigüedad).
Hot Groups, de Lipman-Blumen y Leavitt, habla de cómo
funcionarán las cosas en los próximos años. Se trata de organizaciones que son
acumulaciones cambiantes de hot groups, efectivas y que se renuevan
continuamente.
Los hot groups no representan una opción para las
organizaciones grandes y disciplinadas, pero pueden contribuir a distenderlas y
desorganizarlas, de manera que afronten mejor el ambiente volátil. Se dice que,
en Inglaterra, Enrique VIII no tuvo problemas para destruir las grandes y
poderosas abadías católicas del siglo XVI, precisamente porque éstas se
organizaban de forma muy compacta y estaban controladas estrechamente desde la
cima. Cuando decapitó al abad, la estructura entera, rígidamente eslabonada,
empezó a derrumbarse.
Fuentes de consulta :